Jesucristo fue un Maestro revolucionario en su tiempo incluso en los detalles, en lo más pequeño; en los fondos y en las formas. En su sabiduría, uno de los instrumentos que escogió para enseñarnos a amar al prójimo, a conocer a Dios, qué es lo importante y qué no, o cómo es el Reino de los Cielos, fueron las parábolas. Pequeñas y sencillas historias con una didáctica insuperable.
Cuando escucho, leo o reflexiono sobre una parábola -o la veo y la disfruto junto a mis alumnos en un formato más moderno- experimento casi siempre una sensación de vértigo que me sobrecoge: esta historia ha viajado en el tiempo y ha llegado hasta nosotros, hasta mí. La contó Jesucristo, Rey del Universo, hace casi dos mil años. DOS MIL AÑOS, bendito sea Dios. Alucinante.
Vamos a conocer (reconocer, la hemos visto antes) en mayor profundidad la PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO. ¿Cómo ser hermano del prójimo? ¿Basta con no hacer el mal? ¿Cómo dice Jesús que debemos amar? Este samaritano nos da una buena lección.
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